DI BUEN DIA A PAPÁ : PELICULA SOBRE EL CHE GUEVARA
Sobre la odisea que supuso reproducir - a través del celuloide - las vidas de los miembros de una familia vallegrandina; fue que nos sentamos a conversar aquella oportunidad, cuando ya había caído la noche.
Un entusiasmado Fernando Vargas, no dudo, un instante, para exteriorizar impresiones, sentimientos y demás yerbas, respecto a la experiencia de haber logrado - como director y coguionista - materializar un sueño: Di buen día a papá; una nueva propuesta cinematográfica boliviana.
“Asistimos al relajo del ’97, con la exhumación del Che”, explicó Vargas, al ubicar el génesis de la idea del film. Vallegrande es hoy más recordado por el paso del guerrillero revolucionario Ernesto Che Guevara, quién luego de su muerte fue asumido - al interior del pueblo - como parte de la cultura popular. Esto, sumado a la gran expectativa mundial generada a partir del significado político de la guerrilla, dio lugar a la construcción mítica de un personaje.
“Ahora el Che es un almita de tradiciones andinas (…) un ser que vaga por el mundo porque murió antes de tiempo” señaló el director.
Mucho se ha dicho sobre el transito del guerrillero argentino-cubano por Vallegrande. Esto ha propiciado que, incluso, se explote turísticamente esta región; cómo bien apuntó Vargas: “se esta vendiendo al Che cómo atractivo turístico, la gente tiene miedo que se olviden del pueblo” (Vallegrande). Precisamente a esta situación, es a la que quiere responder este film: reflejar la realidad en la que se desenvuelven los habitantes vallegrandinos.
Aunque el título de la película puede dar lugar a entender otra cosa - “Di buen día a papá” es el nombre del operativo de captura del Che - el proyecto se desarrollo bajo la idea de rescatar las vivencias del pueblo vallegrandino, antes que pretender contar la historia del Che en Bolivia.
Desde luego, éste logro contó con el generoso apoyo de muchas personas: todo el pueblo de Vallegrande, un equipo de 25 actores y 45 técnicos (el equipo de Imagen Propia Sal.). Todo en coproducción con Matanza Cine, de la Argentina y el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica (ICAIC).
“Satisfacción y ansiedad”, así dijo Vargas al momento de definir su estado anímico actual, luego de haber conseguido finalizar con toda la etapa de producción. Es lógico pensar que alguien - quién quiera que fuese - se entusiasme y/o sienta satisfecho al aproximarse así a algo que se anhela. Sobretodo considerando nuestro contexto, es decir, Bolivia, cómo industria cinematográfica, no es precisamente una potencia.
Pero claro, una cosa es haber concluido con el rodaje y edición de la película, otra muy a parte es la exposición en las salas de cine.
Para quién ha trabajado en producción cinematográfica en nuestro país y en algunos otros lugares del mundo donde el cine es todavía artesanal, la idea de “andar con la película bajo el brazo” - como ha graficado Vargas a tiempo de expresar algunas de las dificultades para llegar ha exhibir películas - resulta de lo más familiar.
“En el país vivimos ahora una etapa jodida y productiva”, reflexionó este cineasta debutante, respecto a la situación del cine boliviano. Es jodida por todo lo esbozado antes; pero también puede decirse que es un momento de alta productividad, esto se confirma revisando la cantidad y calidad de las propuestas, en los últimos tiempos.
A estas alturas, la película ya fue estrenada - porque no decirlo, a nivel mundial - en Vallegrande; ante la multitudinaria concurrencia de un pueblo, que gustoso asistió a la cita: una de esas pocas veces, cuando todos son protagonistas.
Ni que decir de la presentación del pasado miércoles, en Santa Cruz: toda una celebración.
En momentos cómo este, cuándo existen aun muchas incertidumbres acerca de nuestro futuro como país, cuando todavía da la sensación que cualquier desentendimiento puede originar serias crisis; alguien tenía que ayudarnos a sonreír, aunque sea sólo un poco, aunque sea sólo un rato.
No comments:
Post a Comment